Los estudios de masculinidad se sitúa a contrapelo de los mitos bíblicos que señalan a la mujer como nacida de una costilla del hombre, para que éste no se sintiera tan solo en medio de la creación. El sexo, antes que el género, es el punto de partida para pensar aquella dimensión que ordena los mundos y los distribuye según una polaridad entre lo masculino y lo femenino a nivel simbólico y entre hombres y mujeres a nivel relacional.
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